Nuestro proceso de selección
Por lo general, los procesos de selección suelen convertirse en situaciones incómodas para los candidatos. A los nervios habituales, se une el hecho de que los entrevistadores recurren cada vez más a técnicas en las que se busca incomodar al entrevistado. Para conseguir este objetivo, es habitual hacer preguntas extrañas o provocar situaciones tensas que pretenden psicoanalizar a los candidatos. Desde los típicos ¿cuál es tu mayor virtud? o ¿cuál es tu mayor defecto? (al que la mayoría contesta que ser demasiado perfeccionista), hasta otro tipo de cuestiones mucho más impertinentes y personales que tienen como objetivo analizar el comportamiento del candidato en situaciones de tensión.
A estas preguntas que podemos considerar más personales, hay que añadir que muchas empresas tecnológicas incorporan pruebas prácticas a los que los candidatos se tienen que enfrentar delante de una pizarra. Cuanto más grande (y cool) sea la empresa aparentemente, más probable es que incluyan este tipo de pruebas en sus procesos de selección. Habitualmente, en este tipo de ejercicios se pide a los candidatos que implementen algoritmos de ordenación u otro tipo de ejercicios de bajo nivel con la única ayuda de un rotulador y la famosa pizarra blanca. Se dice que esta tendencia comenzó en Microsoft debido a que a Bill Gates le encantaban los rompecabezas.
Si tengo que ser sincero, estoy seguro de que yo no sería capaz de pasar ninguna de esas pruebas. Necesitaría de una preparación específica para superar ese tipo de ejercicios. A menudo, me encuentro a mí mismo haciendo búsquedas absurdas en Google o Stackoverflow para recordar por ejemplo, cómo se eliminan los espacios en blanco de un string en un lenguaje de programación determinado. ¿Me convierte eso en un mal programador? No necesariamente…
En ARIMA no pretendemos que los candidatos cumplan las funciones de un compilador o que sean capaces de escribir en una pizarra el código Java correspondiente a un algoritmo de ordenación de arrays. Esta no es una forma realista de valorar candidatos ya que no es la forma en la que se trabaja en el día a día. Para hacer ese tipo de tareas ya están los IDEs, los compiladores, las librerías que implementan algoritmos e internet para buscarlos.
Lo que sí nos gusta es sentarnos delante de un bloque de código y compartir impresiones sobre el mismo. Nos encanta discutir sobre código y cualquier excusa es buena: desde un proyecto personal, hasta algún pequeño ejercicio que nosotros hayamos podido enviar para implementar en casa y sin ningún tipo de presión. Cuando optamos por enviar un ejercicio, siempre se trata de cosas muy sencillas como puede ser implementar un CRUD en un lenguaje en el que los candidatos se sienten cómodos. Más que el resultado del ejercicio, lo que nos interesa conocer es el por qué de las decisiones que se han tomado en el proceso. Esto puede proporcionar mucha información sobre la forma que tiene cada persona de razonar y afrontar los desarrollos.
En cuanto a la parte personal, nos gusta que la gente nos hable de sus inquietudes, lo que le gusta hacer y lo que le ha motivado a la hora de elegir el desarrollo de software como oficio. No hay preguntas trampa para las que hay que traer una respuesta preparada desde casa, simplemente queremos conocer a la persona.
Creemos que esta forma de acometer los procesos de selección son mucho menos hostiles y fomentan que los candidatos puedan presentarse tal y como son en un entorno tranquilo. A fín de cuentas, crear situaciones de estrés o hacer que las personas se sientan acorraladas, no parece la mejor forma de iniciar una relación laboral duradera.
En ARIMA siempre estamos interesados en conocer e incorporar desarrolladores al equipo que nos ayuden a ser mejores. Si tienes interés en conocernos, no dudes en contactarnos enviando un email a arima@arima.eu. Háblanos sobre ti presentándote tal y como eres y dejando a un lado las típicas plantillas de carta de presentación frías y formales.